viernes, 3 de enero de 2014

Hugo Francisco Rivella




Hugo Francisco Rivella (Salta/Córdoba), Ojo astillado, Alción editora, 2013.
















Puta ciudad



No puedo dejar de pensar que la ciudad es lo que miro desde la pendiente en que he caído.


 

¿Qué caballos tapan sus ojos?
 


La ciudad es esta niebla en lejanía.
 

Estrellas de basura.
 


Una flor que se aleja hacia un destino trágico.









Antes de las seis


A la muchacha la atropelló un fantasma por eso es que todavía anda penando. 
Habían dado las seis y la cantina mordía en el polvo los restos del estrago. Ella tenía en los labios
la lengua del amante
y la mirada en trance de fugar a la luna.
El fantasma aprovechó aquel trago de ron y de naranjas para abordar su soledad y desmembrarla, 
le susurró al oído una de cafetales e impudicia. 
Le recitó un poema de Jattín, 
le contó del príncipe que por amar a un sapo lo violaron en un torreón del cielo. 
Leyó las líneas de su mano y le dijo que sus destinos estaban cruzados en ese punto del bar y la
penumbra, 
luego besó sus ojos, 
le tocó los pechos, la miró hasta el fondo de la noche. 
Ya nada lo detuvo, 
el fantasma la arrinconó mientras la iba desnudando.
 

Ella le masticó las orejas, los pómulos, el sexo y lo escupió 
justo antes de que dieran las seis. 













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