sábado, 4 de enero de 2014

Irma Marc



Irma Marc, Los ojos, Ruinas Circulares, 2013.














Boquitas

                            “Su gemido cada vez más pequeño y luego el silencio tan
                             grande/ tan inmaduro cae sobre el cuerpo/ y no lo cubre”

                                                                                  Maritza Kusanovic
 


Entro con un gemido
a la niñez,
me acuesto sobre la hierba
donde agonizan
pequeños torsos de plástico,
las cabezas rodaron como piedras
en todas las direcciones,
aquí y más allá se abren boquitas para decir mamá
con la apatía de los que una vez
satisfecho su sueño,
piensan no era esto y buscan otra cosa
que soñar.


¿Con qué silencio cubriré más tarde
mi miedo a las muñecas rotas?








Los ojos


 

La Nena le hundió
los ojos
clavándole los pulgares con un solo movimiento preciso,
los ojos dieron vuelta sobre sí mismos en un giro completo.


La Nena sintió cosquillas
en la yema de los pulgares
cuando las pestañas volvieron a quedar en su lugar;
oprimió más y los ojos se perdieron
en la cabeza sin cerebro de Pierángeli.


La Nena la miró sin reconocerla
a causa de las lágrimas y del frío de la muerte.
Guardados los ojos dentro de la nada.


El vacío de los ojos.
Los ojos de la muñeca Pierángeli eran la nada.


Cantaba el aire en las cuencas inocentes y bellas y encantadas.


¿No es la muñeca más que los ojos?
¿o es un cuchillo a mitad de la infancia?









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