martes, 5 de abril de 2016

Mariana Suozzo


Mariana Suozzo (Buenos Aires), Cuando la forma del día desvanece, Caleta Oliva, Buenos Aires, 2016.






















SUENA EL CELULAR Y TE IMAGINO SOBRE UNA PIEDRA
me decís que desde ahí se escucha mejor
ignoramos el espacio que recorren las voces
para llegar al otro lado
lo nuestro depende de que haya señal
las palabras se reproducen
pero el mensaje se divide cuando tu voz se entrecorta
lo que no decimos se sostiene intacto
de la conversación me quedo
solo con lo que puede desprenderse
¿es tuyo lo que decís?
hablamos de que estás bien, de que estoy bien
de las cosas que tenemos alrededor y nos despedimos.
En la cabeza me queda rebotando tu voz
y lo lejos que fuimos a parar.











LA NOCHE NO LLEGA NUNCA
y cuando camine por esta calle y ya no viva en ella
es probable que la noche venga, como vienen las cosas
que se esperan desde hace tiempo
el que no sabe dónde está tampoco sabe quién es
y el viento fuerte es una noticia que aguarda por nosotros
un soplo que nos dirige hacia donde nunca estuvimos
pero inevitablemente iremos.










LA LLUVIA NO BORRA EL ESPÍRITU DEL VERANO
las gotas que caen se amotinan contra el piso
aplastadas por los que van y vienen
los que invaden los charcos
los que se salvan del rayo
por atender una corazonada
los que se quedan mirando el chaparrón
que cae, como cae diciembre sobre los hombros
con ese peso que varía entre liviano y cargado
los que parecen disparados por la tolva
bajo el agua bajo el sol bajo las nubes negras
los que corren con los pequeños músculos de la cara
apretados fuertemente contra el viento
los que atraviesan juntos una violenta ráfaga
partidos por el clima como se parte
la leña con un hacha.










COMO SI NO TUVIERAN VIDA PROPIA FLOTAN LAS RAMITAS EN LA CORRIENTE
pequeñas partes de un árbol que nunca vimos
de este lado del monte, están ahí
como si alguien las hubiera metido en el agua
para que lleguen a la orilla con un extraño propósito
amontonadas se van tejiendo en una trenza
éstas ramitas que en el árbol, secas
proyectaban su esqueleto a contraluz
y que ahora, vacías de voluntad
son empujadas a ir adonde las lleve el viento.