miércoles, 21 de diciembre de 2016

Diego Brando


Diego Brando (Córdoba), Frontera, Vilnius, Córdoba, 2016.
























1

El aromo deja
una hoja más
en la oscuridad
de la mañana.
¿Puede discernir
quien contempla
entre el cielo
y el suelo
correctamente?
Mis ojos recorren
la posible línea
de separación,
tratan de percibirla
y de trazarla.
La madrugada
puede ser eso:
una hoja que cae,
alguien
que intenta comprenderla.












3


Un vaso de vino tinto
en medio de la noche
y la tormenta allá afuera
me traen cierta calma,
un hormigueo eléctrico
que corre por mi piel.
Me acuerdo del árbol
que corté aquella tarde
en el patio de mi casa,
de la resina fresca
en mis manos
cuando lo acomodaba
y del movimiento brusco
de mi cuerpo
al golpearlo con un hacha.
Se estará mojando ahora,
y quizá la tierra
lo esté envolviendo
con frescura.
Pienso y concluyo:
soy ese árbol cortado
y mutilado que recibe el embate
de los vientos y la lluvia,
con placer.












4

Mi gata es una mancha blanca
en la oscuridad del jardín,
la electricidad, que desde ayer
falta en el pueblo, está en las estrellas.
Sentado en la vieja reposera de mi abuelo,
siento el calor y el humo de los espirales
que se filtra por las ventanas.
Podría encender un cigarrillo o destapar
un viejo vino regalado,
volver a los tiempos de antaño, de la falta de luz
y de los pequeños placeres domésticos.
Mi madre cambia las velas,
sintoniza frecuencias en la radio
que hablen de la tormenta, del viento desatado.
No hay noticias, quizá también
las emisoras hayan volado,
o al menos suspendido sus actividades.
Lo pienso y lo digo en voz alta,
la paz es un lugar en medio de un patio.












7

Me doy vuelta y veo detrás de mí
la sombra enorme de un atrapasueños
proyectada por una luz portátil
que cuelga de una soga al ritmo
de un viento leve pero preciso.
Es primavera, estoy en el patio
y trabajo noche a noche la madera.
Con una gubia tallo cuidadosamente,
busco formas como un escritor ansía
la palabra o un músico un nuevo sonido.
¿Será en vano tanto sacrificio,
dará frutos la búsqueda?
La duda me carcome durante el día,
trato de creer, de tener fe.
Cuando me acuesto a dormir en el césped
—soy un hombre de la naturaleza—,
confío en que el adminículo
de madera de sauce, piedra y plumas
filtre los malos sueños, para después
quemarse con el primer rayo del amanecer.
A la noche siguiente tomo mi herramienta
y vuelvo liviano al trabajo, busco
la paz y una obra que hable por mí.