lunes, 23 de enero de 2017

Estela Figueroa



Estela Figueroa (Santa Fe), El hada que no invitaron. Obra poética reunida 1985-2016, Bajo la luna, Buenos Aires, 2016.




















De Máscaras sueltas (1985)


Tormenta de verano

Por la noche la lluvia inundó la calle
el patio
desprendió las ropas colgadas en la soga
mojó la tela de la hamaca.

Durante el día
un viento frío
secó el barro
secó las ropas
secó la tela de la hamaca.
En vano.
Nadie iría a sentarse allí
junto a los altos yuyos
enhiestos.

Mucho más tarde
sólo los niños
se le atrevían al crepúsculo.

Ahora
otra vez de noche.
Hace tres días que te has ido.
Todavía están tus libros sobre la mesa
y ya
una casi imperceptible capa de tierra
los cubre.






De A capella (1991)


La enamorada del muro

I
La enamorada del muro
no sabe cómo es el muro,
pero seguro siente su humedad
cuando ha llovido.
Su aridez
en tiempo seco.
La enamorada del muro
depende del muro.
A él se aferra.
Si el muro se cae
ella se desparrama
como una cabellera sin cabeza.

A veces es tímida
y cubre sólo la base
como una mujer arrodillada
que abrazara las piernas de un hombre.
Y a veces –qué deseo
y qué orgullo caben en ella–
cubre no sólo el muro
sino toda la casa.

II
Todo amor nace
a partir de una pequeña confusión.
Nadie puede decir con certeza
si es el muro el que sostiene a su enamorada
o es la enamorada
la que sostiene el muro.
Y todo amor crece
a partir de pequeñas carencias:
La enamorada del muro no florece.
Tampoco el muro.

III
Visto desde afuera
la impresión general es de una gran belleza.
¿Pero quién puede alejarse para mirar
cuando está enamorado?
El muro no ve el hermoso conjunto.
Ve pequeños tentáculos
que se clavan en él.
La enamorada ve el muro descarnado.
"Él es el hueso que me da forma.
Yo soy la carne que le da vida".

IV
Vampiro en el jardín

Ningún jardinero
la recomendaría.
La enamorada del muro
tan pródiga con el muro
tiene un rol muy cruel en el jardín.

Está en su naturaleza apropiarse
de toda la humedad del terreno.
De modo que mientras ella se expande
y se demora tiernamente en el abrazo
las otras plantas mueren.
¿Qué puede importarle?

Una mujer enamorada es capaz
de atravesar sin ver una ciudad bombardeada,
los ojos fijos en los labios de su amor.

No hay culpa
en la pasión.

"No permitiré que nada
ni nadie
te haga daño
amor mío".


En sí misma

Sólo una loca pudo
enamorarse de un muro.

Un muro no habla.
No escribe cartas.
No florece.

Cubierto totalmente por las hojas
deja de ser visible.
Hasta se puede dudar de su existencia.

"No es eso
hija
lo que te enamora.
No es el muro.
Es tu esplendor".






De La forastera (2007)


Principios de febrero

No.
El hermoso verano
no ha terminado aún.
Nos queda un mes para estarse en los patios
y descalzarnos
mientras charlamos
de esto y aquello
sin ton ni son.
Todavía habrá hombres de brazos tostados
en las calles
de la ciudad envuelta por la noche
brotada toda
como un lazo de amor.

No.
No me sostengas que no voy a caerme.
Sólo se caen las estrellas fugaces
y yo –te dije–
quiero permanecer.

Un hombre es bueno para una noche.
Cuando amanece es un reflejo dorado
sobre la cama donde se toma café.
Y es agradable el olor que deja.
Dura todo un día.
Pero no toda la vida.

Luego hay que descansar.
El libro de Kavafis y el de Pavese
sobre la mesa de luz.
Hay que aminorar la marcha.
Sentarse un rato a solas
en el sillón del patio.
Mujeres: tendríamos
que aprender de los gatos.
¡Cómoa gradecen el tazón
que rebosa de leche!

Falta para el otoño.
Que nos encuentra intactas.
Sin habernos negado
a estas pasiones
que cada tanto
asaltan.






COMO EN UN CUADRO DE CHAGALL
floto sobre los techos.
Un hilo tenue me ata
a lo que hasta ayer
llamaba realidad.

Mi realidad: aquella
boca negra que se abrió
para herirme.
Afiebradas pestilencias
que poblaron mis días
mis noches.

Esa boca negra
tendría que haber callado.
Ese pozo ciego
tendría que haber sabido
que estoy destinada a palabras
que fulguren sobre el papel
como el arco iris que el niño mira absorto
como la naranja traspasada de sol en el árbol
como un ámbar en un pecho desnudo.

Floto sobre los techos.
Cuando mi propia boca se abra
ámbar y frutas caerán sobre la ciudad.
Alguien me verá pródiga
maternal y feliz
como en un cuadro de Chagall.






Naturaleza muerta

Tomates rojos
con una hendidura negra.
Limones amarillos
con pezones verdes.
Zanahorias erectas
papas ovales
bananas que yacen arqueadas.
Sexo sobre la mesa
donde amaso el pan.






De Profesión: sus labores (inédito)


PRONTO VA A HACER
tres años de tu muerte
y todavía no la acepto.

Quise colgar tu retrato en la pared
y no pude.

Volví a guardarlo.

El clavo quedó allí
sosteniendo tu ausencia.






La guardiana del hogar

Los dioses del amor
son tramposos.
Me asignaron como pareja
a un hombre vampiro.
De manera que me vi obligada
a clavar una estaca en su corazón
reducir su cuerpo a cenizas
y esparcirlas fuera de mis propiedades.
Quedé a cargo de la descendencia:
dos pequeñas larvas de medusa.

Devinieron medusas.
Abandonaron el hogar
por el río
hacia el mar.

Así fue como quedé sola
rodeada de una hermosa vegetación
de cañas que hacen música con el viento
de un oleaje que dibuja paisajes de ensueño.
Todo esto
haría feliz a cualquiera.
Pero no a mí.
El cuidado del hogar
me demanda grandes esfuerzos.
Vivo extenuada.

Cada tanto
algún domingo
las medusas vienen a verme.
Se sientan a la mesa
son torpes ¡Tienen tantos bracitos!
Desparraman la comida
se caen de las sillas
rompen las copas.
Ríen y me golpetean
como cuando eran larvas.

Esto es para nosotras
un almuerzo en familia.

Haga lo que haga no tengo chance.
No puedo retenerlas.
Vuelven a irse
por el río
hacia el mar.























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